SAN AGUSTÍN
A serie numerosa de Cartas de San Agustín completa su obra múltiple y varia. En ellas toca San Agustín las más diversas cuestiones. Dentro del tono epistolar, unas veces familiar y amistoso, otras veces expositivo y doctrinal, resuelve el Santo los problemas, dudas y asuntos que le proponen, o sale al encuentro de herejes y falseadores de la doctrina de la Iglesia.
San Agustín está en contacto permanente con todos los hombres insignes de su tiempo. Es el oráculo de la Iglesia. Sus Cartas son el testimonio de que él era el adelantado mayor, el intérprete y defensor más genuino de las verdades de la fe y de la tradición. Muchas de esas Cartas son verdaderos tratados apologéticos, dogmáticos, exegéticos y doctrinales. Contienen, aparte de su gran valor ideológico, una infinidad de datos, de referencias y precisiones inapreciables para conocer la vida y las costumbres de su época. El estilo de ellas es de gran riqueza léxica y recorre todos los tonos, desde el más elocuente al más familiar y comunicativo. Si no tuviéramos el arsenal copioso de sus obras, estas Cartas bastarían por sí solas para revelar ampliamente el genio portentoso, la sabiduría del Aguila de Hipona.